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miércoles, 5 de abril de 2017

La Serra de Vallhonesta

La Serra de Vallhonesta 




Masía la Serra

Hay lugares que despiertan interés sólo con saber su nombre. Vallhonesta es uno de esos rincones mágicos llenos de historia. Encontramos construcciones desde s.XI en adelante; como dice nuestra compañera Cárol, con buena suerte como la ermita de Sant Pere de Vallhonesta que todavía sigue en pie, y con mala suerte como es el caso de la masía la Serra que,  por desgracia, ha pasado al olvido y no queda más que las ruinas de lo que llegó a ser. 

Cárol, que es la apasionada y experta en arquitectura de las Supermamis, propuso aventurarnos por estas tierras e ir en busca de esta magestuosa masía  y Elena, Maribel y yo, que no nos cuesta mucho ponernos las bambas e iniciar un paseito por la montaña, enseguida pusimos el modo explorador en marcha. Isaac se volvió a apuntar con nosotras (ya mismo tendremos que añadir la coletilla de "y el Superpapi" a nuestro nombre).

Iniciamos nuestra travesía en el parquing de la escuela Puigsoler dirección al Clot de Castellet. Paramos a observar la masía de Can Soler de les Teules, según inscripción de la entrada, del s.XIII. A pasado por varias reformas y ampliaciones; la construcción más antigua se diferencia por el Opus Spicatum que se observa en las zonas Este y Oeste de la edificación. Esta masía está habitada, así que reprimimos el impulso de acercarnos y nos limitamos a observarla desde la cadena del camino.

Can Soler de les Teules

Can Soler de les Teules
Panel informativo de la entrada del camino


Seguimos caminando por la Serra de l'Obaga Fosca hasta que, a lo lejos, vemos unas ruinas. ¡¡Ya hemos llegado!! Pero esto no nos lo esperábamos, no muy lejos vemos otra masía en ruinas, la tenemos que investigar, no sabemos nada de ella...

La masía desconocida

Nos adentramos con cuidado entre las ruinas de la Serra, las lluvias anteriores pueden haber causado que la tierra esté más reblandecida y que ceda alguna piedra de las que pisamos. Se nota que era una masía importante a pesar de estar en estas condiciones. Se tienen documentos escritos desde el s.XV aunque se nota que hay construcciones de la masía más antiguas. Su s tierras eran de conreo de viñedos y una de las masías más importantes de la zona. La última família que habitó la casa lo hizo hasta mitad del s.XX. Las edificaciones parecen tener vida e ir muriendo poco a poco cuando no están habitadas, como si las consumiese la tristeza, la soledad...

La guarecía un muro del cual sólo queda algún resto. Entramos a un patio donde quedan dos columnas desnudas a la erosión del paso del tiempo. El patio está lleno de flores azules que le dan un toque primaveral encantador.

Antigua puerta al interior de la parcela

Las dos columnas del patio

La puerta de madera de dos hojas sigue en pie, protegida por el pórtico de la entrada con un arco ogival.  Metemos la cámara por la ranura que queda abierta en la puerta y vemos que por dentro de lo que sería la vivienda está llena de zarzas.

Pórtico completo

Arco ogival

Detrás de la puerta

Por un lateral de la parcela encontramos un pozo, para la opinión femenina, de agua, para el hombre que nos lleva la contraria, pozo de hielo para almacén de comida. Otra obertura nos muestra una habitación subterránea que podría llebar a las tinas que quedaban en la parte trasera de la casa, para poder limpiarlas, o quizás pueda ser un almacén,... No lo sabemos con certeza. También se aprecia un arco de medio punto que se mantiene en perfecto estado. Quedan pocas vigas y parte del techo en su sitio original, la madera está carcomida. Hay una obertura de vigilancia enmarcada como ventana, algo curioso el esconderla detrás de un postigo de madera; quizás para evitar la entrada del frío.

El pozo
Vigas y techo de madera

Arco de medio punto

Lo que queda del techo

Rendija de vigilancia con marco de ventana

Nos metemos por lo que era una puerta que da a otra estancia de la casa. En ella encontramos dos bujes, las tinas deben quedar en la pared trasera, aunque no podemos acceder desde ningún punto. También observamos dos comederos de piedra de una sola pieza. No cuadra mucho que hayan dos comederos para animales donde se encuentra la salida de la principal fuente de ingresos de la masía, en todos los escritos que encontramos hacen mención de ser para éste uso, pero como no hay a quien preguntar por la zona... Se queda en interrogante por nuestra parte.

Uno de los comederos

Buje de la Tina

Parte de encima de la habitación de los bujes y comederos

En el siguiente enlace, el blog de la Edad Media de nuestra Supermami Cárol, podéis encontrar la explicación detallada de toda la masía. Amantes de la Edad Medieval, aquí teneis la joya de la corona vía internet.
http://edatmitjanavacarisses.blogspot.com.es/2017/04/ruines-mas-la-serra-de-vallhonesta.html?spref=fb

Seguimos a lo nuestro. Una nube pasajera empieza a descargar algo de agua, así que aprovechamos y nos refugiamos debajo del pórtico a comer nuestro merecido bocadillo.  Observamos la otra masía en ruinas,  nos tiene intrigados, seguro que también disponía de viñedos.

Que bien nos lo montamos

La nube trae detrás de sí muchas más, esto empieza a pintar mal.  Decidimos irnos por mayoría,  muy a mi pesar, hacen oídos sordos a la propuesta de ir a visitar la otra masía. Quizás sea la opción más sensata (aunque poco después caigo en que Cárol lleva su tesoro de cámara, es en ese momento cuando comprendo que se eche para atrás por una tormentita de nada). Volvemos en un mix de trote y caminar rápido. Cogemos un camino equivocado siguiendo al hombre del grupo, aunque luego quedamos muy agradecidas porque Cárol encontró una piedra que contuvo un fósil gracias a ese descuido orientativo, así que Isaac, quedas del todo perdonado. Es el molde exterior de un fósil y contiene una contrahuella de una pechina grabada.

Contrahuella de un fósil

Llegamos al coche tras salida de 11km y empieza a caer una buena tormenta. Hay quien se mojó de lo lindo en la moto de vuelta a casa (este hombre...).
Realmente no ir a explorar la otra masía fue un buen razonamiento, auque tenemos esa espinita clavada de no haber podido ir a visitarla. Hemos investigado un poco sobre ella, ya sabemos como se llama: masía de Can Vinyes. Sus piedras tienen mucho que contarnos, y nosotras lo explicaremos, eso seguro, pero no en esta ocasión.

Masía Can Vinyes, siguiente investigación


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